viernes, 17 de abril de 2020

Hay días que es hermoso ver llover,
aunque el mundo arda,
aunque el mundo calle,
aunque el mundo duerma.

La poesía
se llueve en cada esquina,
y es hermoso verla,
escucharla,
abrazarla.

También hay truenos
y miedos
y temblores,
-todo viene el mismo asunto-
y aun así no deja de ser hermoso.

Hay noches que es hermoso ver llover
porque luego, en la mañana
llegan las respuestas a la puerta
al mapa que dibujamos
para salvarnos del hastío.

En las rendijas quedarán
los restos de la infamia,
las cenizas del mundo,
y las pesadillas de los débiles.

Hay mañanas que nos traen
irremediablemente el olor del sigilo de afuera,
es ahí, cuando la sonrisa se instala
entre las demás cosas que nunca mueren:
la palabra,
la poesía,
la lluvia,
la voz de mi madre,

Hay días que es hermoso ver llover
y hay que dejarnos llover
para no dormir,
para no arder,
para no morir.

martes, 14 de abril de 2020

La memoria acecha,
captura el borde,
la nube efímera,
el cielo apropiado de la noche,
el sol en equinoccio


La memoria ríe,
se disfraza de invierno,
de invisible abrazo,
de inservible primavera


La memoria llueve,
bautiza nombres sobre el suelo
baila otoños húmedos,
asfaltos conocidos


La memoria
saborea los años
mastica todos los besos
y arroja al fuego
toda posibilidad de olvido.





Ven y cuéntame de esas cosas,
los asuntos azules
entre tu cielo y mi árbol,
vuelve con esa risa
que agita los semáforos
para que no haya silencio
en las veredas sin luz.

Ven y cuéntame
cómo fue que el acertijo
se deslizó del estante,
desacomodó los sueños
y se resolvió en tus ojos

Yo espero aquí,
no olvides traerme
los insomnios,
los bocetos,
los secretos,
no distraigas la vista
de las promesas y el viaje,
yo voy descorchando el vino
escuchando en penitencia
ven y vuelve con esas cosas,
esos asuntos azules
que quedaron esperando
entre tu cielo y mi árbol.



domingo, 15 de septiembre de 2019


Que vengan,
todos, de a uno, de a dos
me da igual,
pero que vengan...
Que vengan los milicos,
los dictadores,
los demoledores de ideologías,
los conspiradores contra besos,
los incrédulos,
los apóstatas de la vida...
Que vengan todos,
con sus pastillas,
sus religiones,
sus versiones,
sus discursos,
sus gritos,
sus señas,
sus bigotes,
sus botas,
sus legiones,
sus apellidos...
Que vengan todos
a mirarme,
a mentirme
a decirme que la poesía no sirve,
no es buena,
no es fuerte,
no es invencible...
Que vengan todos a desmentirme,
a desvestirme 
o a hacerme llorar...
Que vengan con sus fusiles, 
sus cuchillos,
sus agujas
a gritarme en el corazón 
que la poesía no es pertinente...
¿Qué saben?
Acaso, ¿Qué saben?
Que vengan,
total para entonces
yo seré libre
y estaré viva
caprichosamente
abrazando el cielo
que ellos nunca podrán tocar.


Desertar



Desertar
Hacer más pequeña la patria
para no sucumbir afuera,
arrastrar el deseo
con los días
asumir la vara y la lamparita
en el asunto ermitaño,
resurgir del olvido
que eterniza el exilio

Desertar
lograr la suficiente distancia
para que el duelo no nos alcance
regurgitar la oración
que firmó el registro de salida

Desertar
y romperse de nuevo
en la línea invisible
de la frontera,
llenarse los labios de arena
sabiendo que el mar
siempre estará demasiado lejos


martes, 16 de abril de 2019

"Las almas repudian todo encierro" Luis Alberto Spinetta

Por la lágrima que llovizna sobre mi colección de mapas,
por el minuto de silencio que escondí en mi bolsillo,
por dudar de la geográfica invasión del dolor…
-me declaro culpable-

Por desvestir los miedos de mi madre
y colgarlos en los hilos de su siesta –donde no estorban-
por el abrazo inconcluso que regalé a mi padre
en el eterno intento de no dejarlo ir
-me declaro culpable-

Por suspirar en la ruta a 90 km por sueño,
por saludar al mar
como a un viejo amigo
que no me recuerda
-me declaro culpable-

Por dejar que mis pestañas
se lluevan en pentagramas,
por ordenar mis instintos
en el cajón insalvable de mis pasiones,
-me declaro culpable-

Por interdictarme bruja
en los asuntos sagrados,
por cerrar con insomnios
las pupilas de mis gatos,
por consagrar el humo
y santificar las cicatrices
-me declaro culpable-

Por cometer poesía
mínimamente con mis ojos
y agudizar el olfato
y degustar el hastío
y procurar el abrazo
-me declaro culpable-

¡Soy culpable Señor Juez!
Habilíteme la celda
-eso sí- con ventana, por favor,
es necesario,
para mi insalubre vocación
observar el sol profiriendo
sus premuras a la luna

¡Soy culpable, Señor Juez!
Interrógueme con ganas
-eso sí- solicito la presencia de un poeta de oficio,
prometo no hacer silencio
haga uso de todo lo que no diga
en mi contra
o en la suya,
prometo guardar la compostura
-en mi bolsillo hay lugar-

¡Condéneme Señor Juez!
-Pero con vista al mar- por favor,
condéneme con ganas.
Acepto todos los cargos
-Impúteme una playa-
Dígame dónde le firmo

Si es un crimen querer ser poeta
y amarrarme a la lucha
y abrazar a mi padre
y bailar con mi madre
y volver a verme en los ojos de mis gatos
y hacerle muecas al espejo del absurdo
y exorcizar la sangre de todas las fronteras
y dejar de tener miedo
y cantarle a la muerte
y lanzarme al amor
y a su desidia…

Hoy, Señor Juez,
asumo los castigos
-Y me declaro culpable-
por amar tanto la vida.



lunes, 7 de enero de 2019

La ciudad se insola de noche,
hay tanto ruido,
tanto grito,
tanto asfalto,
una madre tropieza
y el llanto de su hijo
asusta a los semáforos...

El insomnio parece
una luz intermitente
de un cruce caótico
Alguien retrocede,
se persigna al compás
de la cuarta ambulancia...

La ciudad se inmola
en un silencio tan confuso,
que nosotros,
-sus hijos-
solo lloramos
para asustar a la muerte.



Una soledad concurrida,
espacio en blanco que descansa en la playa,
silencio a contraluz,
Las orillas duermen 
mientras se planea el próximo acorde
Hoy vine a ser un poco viento,
hoy vine a consentir lunas 
y una que otra nimiedad,
hoy vine para dejar de contar el tiempo,
los pasos, 
los nombres, 
los dolores
Hoy soy yo... 
Soy ahora,
en el instante que asecha mis tobillos,
en la memoria que permanece en el alma
-La vida pasa mientras escribo-
Hay que empezar a escuchar el cielo